sábado, 2 de abril de 2016

ORIGEN DEL "COSTERO A COSTERO" EN EL SEÑOR DE LA SENTENCIA



Escrito por: David García

Allá por 1973 es contratado por la Hermandad de la Macarena el capataz Salvador Dorado “el Penitente”, llevando de segundo a Manolo Santiago, quien se haría cargo de la dirección del Señor de la Sentencia.

La cuadrilla de Cristo de Salvador era de seis palos, pues así eran la mayoría de los paso Cristo que sacaban, pero el paso de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia calzaba ocho, por lo que hubo que buscar una solución y se encontró, se contrató a las dos primeras trabajaderas de la cuadrilla de paso Cristo de Manolo Adame, la cual si estaba compuesta por ocho palos; dada la envergadura de los pasos de misterio que habitualmente sacaba. Este hecho fue posible gracias a que Adame había sido contratado para aquella Madrugá por la Hermandad del Calvario, por lo que le sobraban las dos primeras trabajaderas y se pudo llevar a cabo este préstamo entre cuadrillas profesionales.

En aquella época las cuadrillas de Salvador, tanto de Cristo como de Virgen, eran conocidas por una mecía que solían hacer, una mecía muy parecida al actual “costero a costero”, a esta mecía se le conocía como “paso a tambor” pues se hacía solo en aquellas manos en que los pasos solo llevaban ese redoble como acompañamiento. Tampoco se hacía durante todo el recorrido, sino en sitios muy puntuales y estratégicos.

Y fue entonces en esta Madrugá de 1973 a la altura de los Sindicatos, en la confluencia de la calle Trajano con la Plaza del Duque de la Victoria, donde Manolo Santiago decidió dar unas pocas de manos a “paso a tambor” para enseñarle a las dos primeras trabajaderas de la cuadrilla de Adame como era aquella mecía y acompasarlos así con el resto de la cuadrilla, que lo hacía con los ojos cerrados, antes de hacer la entrada en Campana.

Y este es el bello origen del andar “de costero a costero” del Señor de la Sentencia, algo que le respetaron todos los capataces que asumieron la dirección del paso Cristo, pero no fue esta la única mecía, la cual dio el cambio definitivo con el sello personal de Miguel Loreto.