Levantarte por la mañana con un cosquilleo en el estómago, no hay ganas de desayunar porque el nervio se apodera de ti, preparas tu ropa, en la tv pones algún vídeo que te haga sentir por un momento de lo que vas a ser participe, te llegan mensajes y suena el móvil, la hora pasa lenta y miras el reloj constantemente. Pero llega el momento y te despides de tu santuario diario como si no volvieras a llegar, miras aquella foto del que por desgracia se fue y del que por suerte ha llegado, te acercas a su cuna o coges en brazos aquella criatura que con mirada entrañable te mira y parece decir "papa luego voy a verte, disfruta, te echaré de menos", besas a tu mujer o algún familiar cercano de tu vida diaria, cierras la puerta y hasta luego. Te encuentras momentos después con los tuyos en aquel sitio de cada año, no salen palabras, solo miras al cielo y sonries "Este año salimos" piensas... Llega la hora, todo a punto, mis manos empapadas y aquella conversación intranquila de algún presente me hacen pensar que no estoy haciendo bien la ropa, me fajo, me tiran, espero aquel grito de voz para meterme en el palo. Por fin llega el momento, soplo, noto el murmullo de la gente esperando, me meto en el madero , me santiguo , escucho abrir el portalón, sale la Cruz de Guía, tensión.. llaman al martillo. "Poco a poco venga de frente" llama mi capataz, "a tierra los costeros sin nervios", "arriba los cuerpos" suena el himno , por fin estamos en la calle camino de un día grandioso , lagrimeo, me acuerdo de mi infancia, de aquella persona que me inculcó esta bendita pasión y lo agradezco con sudor y sacrificio. Gracias por hacerme costalero, gracias por hacerme persona, por hacerme sentir... como siento aquí debajo.
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