miércoles, 27 de febrero de 2019

FIDELIDAD AL CAPATAZ

Libro: 70 anécdotas de capataces y costaleros.
Escritor: J.M Garcia Bautista

Sobre la fidelidad de los costaleros (antiguos o modernos) se podrían escribir muchas historias. Pero en esta ocasión nos vamos a ir a los años en que las cuadrillas de costaleros eran asalariadas.

Nos cuentan que la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo tenían el anhelo de contratar a la cuadrilla de Rafael Franco Luque (todo un referente en las cuadrillas de aquella época) y dado que por aquel entonces su hijo Rafael Franco Rojas ya ejercía en labores de capataz o auxiliando a su padre, acuerdan la cofradía y Rafael Franco Luque que sea su hijo el que se haga cargo del martillo del paso de la Soledad.


En esta primera salida, al mando de un joven Rafael Franco, se produce una anécdota digna de mención.


Avanzaba el paso en su salida por la calle Conde de Barajas cuando de repente se rompió la Cruz, cayendo por la trasera del paso y en su camino hacia el asfalto golpeando al preste y a unos de los guardias civiles que escoltaba en la parte trasera del paso.

Recordemos que en aquella época eran tres los guardias que escoltaban a los pasos (dos a ambos lados laterales del paso y uno más en la trasera del mismo).

Entonces ocurrió el hecho que relatamos debajo de los faldones, comprobando de esta forma, la fidelidad y defensa a ultranza que hacías aquellos hombres para quién desde fuera del paso eran sus ojos.

Nos relatan que había un costalero llamado Guillermo y apodado “el feo” que de manera aireada e impulsiva y saliendo de debajo del paso, exclamó:

- ¡ Esto es una trampa para que fracase el niño ¡

El Mayordomo que había contratado a la cuadrilla de los Franco, tuvo que acercarse al paso, y tranquilizar a los hombres de abajo.

Relato extraído del libro Martillo y Trabajadera de Carmelo Franco del Valle.


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