jueves, 28 de marzo de 2019

LOS BOCADILLOS DE SAN GONZALO

Extracto del libro: 70 anécdotas de costaleros y capataces.
Autor: Francisco Javier Garcia Bautista
Editorial: Kronos, Guadalturia

Para hablar de Gonzalo Santiago Gil “El Pingüino” habría que hacer un pequeño glosario de su vida. Taxista, siempre al lado de su hermano Manolo, supo ser ese auxiliar imprescindible que, asu vez, hacía de enlace con los costaleros y las hermandad. Gonzalo Santiago siempre será recordado como “El Pingüino”, el patero de la última y mítica de Salvador Dorado “El Penitente”.
En los últimos años, su empeño fue poner en marcha el monumento al costalero, iniciativa que no se sabe que hay de ella. Fallecío el 25 de Junio de 2005.
Para todos los que tuvimos la inmensa suerte de conocer a Gonzalo Santiago “El Pingüino” no nos cabrá jamás duda, de que era un ser peculiar y único.
Vivía hacía ya muchos años en el sevillano barrio del Polígono San Pablo. Toda la vida conociéndonos desde que su hijo Gonzalito y yo estudiábamos juntos.
Ya una vez de mayores, cada uno de nosotros, tomamos derroteros profesionales distintos pero nos siguió uniendo el mundo de las cofradías. O yo lo veía cuando iba de aguaor en el Porvenir, Resurrección o donde quisiera que saliese y él solía verme cuando salía de costalero. 


   

Pues al cabo de los años nos volvimos a unir al reencontrarnos en la Hdad del Cristo de Burgos cuando su sobrino y primo, respectivamente, Antonio coge los martillos de la mencionada hermandad. Desde ese momento nos dejaba, con Gonzalo. En ese tiempo nos tomábamos una cerveza y por supuesto hablábamos de cofradías.
Pues bien, Gonzalo era un personaje querido y conosidísimo en su barrio. A él se acercaban costaleros a saludarlo aunque no saliesen en ninguna cofradía en las que él iba e igualmente gente necesitada para pedirle lo que a bien pudiese darle.
Gonzalo era sin duda una persona con un inmenso corazón, cuando acababan los ensayos de las cofradías que sacaba con su sobrino Antonio y una vez repartidos todos los bocadillos de los ensayos, solía llevarse el saco de los bocadillos sobrantes. Como durante las Cuaresmas, muchas, sacaban cofradías todos los días de Semana Santa, tenía pues ensayos todos los días así que el bueno de Gonzalo se juntaba con varios sacos de bocadillos en el maletero de su coche.


Cuando algunos de aquellos que venían a solicitarle su ayuda, Gonzalo llevaba al maletero de su coche y al abrirlo le decía:
“Venga elije” – tenía los bocadillos de aquellas hermandades con las que habían ensayado la noche anterior- y les daba a elegir cuál querías comerse.
Gonzalo era así, sin duda, una gran persona.


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